De cerca, nadie es normal

Felipe de Neve, primer gobernador de California y fundador de la ciudad de Los Ángeles

Posted: May 12th, 2015 | Author: | Filed under: History | Tags: , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on Felipe de Neve, primer gobernador de California y fundador de la ciudad de Los Ángeles

En 1774 Felipe de Neve, oriundo de Bailén, un pequeña población andaluza en la provincia de Jaén, es nombrado Gobernador de las Californias, la primera persona que ostentó el título completo y que estuvo directamente al cargo de la administración de la nueva zona norte. Siete años después, el 4 de septiembre de 1781, Felipe de Neve funda el asentamiento de El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles del Río de Porciúncula, más tarde conocido simplemente como la ciudad de Los Ángeles.

Cuando uno nace en Bailén, parece que el único evento histórico del que se ha de sentir orgulloso respecto a su ciudad es la Batalla de Bailén de 1808: el peor desastre militar de la Guerra de la Independencia para los franceses, y la primera gran derrota de la gran armada napoleónica. Sin embargo, poco se menciona la Batalla de Baécula en 208 a.C., durante la Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago, y en absoluto se dice nada del que probablemente sea el hijo más ilustre de esta pequeña ciudad: Felipe de Neve. Conozco bien esta paradoja, porque nací allí.

El mejor libro escrito sobre este importante y olvidado personaje, y su increíble labor en la conquista española de América del Norte es Felipe de Neve, First Governor of California de Edwin A. Beilharz. Casi toda la información expuesta en este artículo proviene de su impresionante investigación, junto con alguna información adicional extraída del libro Banderas lejanas de Fernando Martínez Laínez y Carlos Canales Torres.

Felipe de Neve nace en Bailén, Jaén, en 1727. Es posible datar la fecha de su nacimiento entre agosto y diciembre de 1727. Los archivos eclesiales de la Iglesia de la Encarnación en Bailén, que habrían facilitado la fecha exacta, fueron destruidos durante la Guerra Civil. Su padre fue Felipe de Neve Noguera Castro y Figueroa, sevillano de nacimiento. Su madre fue María Padilla y Castilla. Vástago de una de las más distinguidas y viejas familias andaluzas, Neve disfrutó de una educación noble. Se casó con María Nicolassa Pereira y Soria, residente en Sevilla. No tuvieron descendencia.

Dedicado al oficio de las armas desde que de joven ingresara como cadete en el Regimiento de Infantería Cantabria, y fuera adscrito a la primera compañía de la Guardia de Corps en Madrid a los dos años. Después de 18 años de servicio, en los que estuvo en los regimientos de Milán, Flandes y del Rey, alcanzó el grado de sargento mayor. Se trasladó a América con el visitador Gálvez y se le asignó al entrenamiento de las milicias, teniendo bajo su responsabilidad la formación del Regimiento de Dragones de Querétaro. Durante siete años, de 1767 a 1774, administró las propiedades de los jesuitas en Zacatecas, tras la supresión de la orden religiosa. La gestión que hizo de esta tarea hubo de impresionar grandemente al virrey puesto que ese mismo año, 1774, se le confía un puesto de gestión de mucha mayor importancia: la gobernación de las Californias.

Tal y como afirma Beilharz, el efecto de Neve en la colonia iba a ser profundo. La California española quedó estructurada en gran medida por Neve y realmente se puede afirmar que sin él es probable que no hubiera sobrevivido en absoluto. Cuando accedió al cargo de gobernador en febrero de 1777, los restos de las unidades que habían participado en las primeras expediciones de exploración eran una sombra de lo que habían sido una década antes. Faltaba de todo: vestuario, municiones, armas y caballos. En la práctica no había disponibles más de 146 hombres, con los que debía vigilar y asegurar más de 900 kilómetros de costa. Sólo unos pocos puntos costeros habían sido ocupados y los enlaces entre ellos aún no se habían establecido. Los españoles vivían literalmente con el agua al cuello, dependiendo de los barcos de comida procedentes de San Blas. Cuando Neve dejó su puesto, todos estos problemas estaban o resueltos o en vías de solución y el futuro de California estaba asegurado.

Mejoró también las condiciones de los indios. Prohibió cualquier maltrato de los nativos y castigó a los soldados que se atrevían a desobedecer sus estrictas órdenes, dándole la satisfacción a los indios que habían sido ofendidos de ser testigos del castigo impuesto. Uno de sus hábitos era llamativo: por norma daba un regalo a cada indio que se encontraba en sus viajes, corriendo él con los gastos. Tal y como afirma Beilharz, la política de Neve de amabilidad y conciliación estuvo totalmente en línea con los objetivos buscados del estado español, en la medida en que fue altruista y humana. Su esfuerzo en formar a los indios de las misiones para ser ciudadanos, seguía claramente la línea trazada por las Leyes de Indias.

Se esperaba que Neve llevara a cabo casi todas las funciones del estado en persona. Incluso se le pidió que reconstruyera todo el sistema jurídico básico según el cual California se gobernaba. Tras casi un año de intenso trabajo el 10 de junio de 1779 el borrador del nuevo reglamento estaba terminado. El reglamento entró en vigor en virtud del Real Decreto de 24 de octubre de 1781. Esta norma jurídica sería de aplicación en los cuarenta años siguientes en los que la bandera española ondeó en California. Los tres principales apartados del reglamento son los siguientes: el primero hacía referencia al sistema financiero y trataba de que las pérdidas del tesoro se redujesen al mínimo; el segundo se refería a la población de California, al abastecimiento y suministro de mercancías y bienes, y al establecimiento de milicias y soldados. El tercero era un apartado que se refería a reformar el sistema de las misiones, intentando que se limitasen las enormes atribuciones de los franciscanos.

El principal problema que tuvo que afrontar y solventar Neve fue la incapacidad tradicional de todas las colonias españolas para tener un régimen económico eficaz. Neve era consciente de que debía estimular la economía de la colonia, mejorar su capacidad para autoabastecerse y no depender de los carísimos productos traídos desde México. Esto significaba atraer población civil y fundar ciudades. Es por ello que funda el 29 de noviembre de 1777 el pueblo de San José del río Guadalupe, la primera ciudad de California, más tarde conocida simplemente como San José; y el 4 de septiembre de 1781 funda El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles del Río de Porciúncula, más tarde conocida simplemente como Los Ángeles, con el ánimo de que se asiente allí una serie de colonos y agricultores, éstos últimos procedentes de México, para que siembren en esa feraz tierra, crezcan, se desarrollen… comenzando así su idea de autoabastecimiento de los propios asentamientos.

Finalmente deben mencionarse las diferencias entre Neve y el padre Junípero Serra. Según Beilharz, en los primeros años de la California española eran continuas las riñas entre los responsables civiles y religiosos de la colonia. Sin embargo, antes de decidir quién fue el culpable de esta situación, hemos de recordar que tanto Serra como Neve eran hombres que cumplían órdenes. En el caso de Neve, la ley prescribía la supervisión de las misiones por parte del gobernador y la secularización final de las mismas. La misma situación era aplicable para Serra. Era franciscano y de ahí que tuviera que prestar obediencia a sus superiores religiosos. Éstos tal vez no estuvieran de acuerdo con el césaro-papismo de Carlos III, pero deberían al menos haber sido más prudentes a fin de evitar choques innecesarios.

En septiembre de 1782 Felipe de Neve dejó su puesto de gobernador en California, siendo ascendido al puesto de inspector general de las Provincias Internas. Hombre de gran valía continuó su brillante carrera en México, pero nunca más volvió a California. El 15 de febrero de 1783 fue ascendido de nuevo al cargo de comandante general de las Provincias Internas, el puesto más importante de la Nueva España después del virrey. Ascendido finalmente a brigadier, recibió la Cruz de Carlos III en mérito a sus servicios.

El 17 de junio de 1784, en un viaje de Arispe a Chihuahua, enfermó de gravedad. Estaba muy débil, exhausto por la disentería que había sufrido durante seis meses, además de sufrir dos tumores en su hombro izquierdo y el estómago. No se podía hacer nada por él. Murió el 21 de agosto de 1784, un sábado por la tarde. Siete días más tarde el padre Junípero Serra moría también. Tal y como Beilharz afirma acertadamente en su libro: “Los dos hombres que más que cualesquiera otros habían creado y dado forma a California”.

Mi humilde grano de arena a la memoria de este distinguido hijo de la ciudad que nos vio nacer: Bailén.


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