El inicio de la novela negra mexicana. El complot mongol de Rafael Bernal

Había tiempo, mucho tiempo. Había tiempo para todo.

Ésa era la filosofía de Filiberto García, el protagonista de esta novela; un detective, un policía, un sicario que vive para hacer el trabajo sucio de los que quieren vestir siempre bien limpio.

El complot mongol de Rafael Bernal es lo que Roseanna de Maj Sjöwall y Per Wahlöö para la novela negra sueca. Es el inicio, el punto de inflexión, el arranque brutal que, a fin de articular la historia, describe de fondo la novela negra de la cotidianidad del momento. El complot mongol narra el fin del milagro mexicano, la vileza de un régimen y una clase política que quiere gobernar, ejerciendo la violencia, pero sin mancharse las manos. Como dice el protagonista en algún momento de la novela: “Para eso me mandan llamar siempre, porque quieren muertos, pero también quieren tener las manos muy limpiecitas.”

La obra narra el proceso de redención de un mero sicario policial dentro de una historia de drogas, magnicidio político y realpolitik: CIA, KGB, chinos, drogas y Cuba. No está mal como telón de fondo. Y la que verdaderamente sirve como detonante de este cambio es Martita. Mujeres: consideradas como meros objetos de uso, disfrute y desecho por parte de nuestro protagonista antes de su metamorfosis.

El complot mongol es una novela indispensable para todo aquel que le guste el género negro, e igualmente para todo aquel que quiera ver cómo se hizo y se hace política en algunos países.

Que la disfruten.